domingo, 31 de agosto de 2008



El ahora que se lame los atrasos no sabe aún con qué palabras.

Habla de un mar que llegaba más lejos
que se dejaba tocar el lomo tibio que allá
su mano abrigada
metida
entre dos medios
los dedos brillaban, dice, y calla.


Parece triste, pero el alma.

Se le siguen clavando los amigos y no sabe de inventarios este ahora no cifra
días
ni noches
ni distancias.

Este ahora no quiere guardar los trazos que le colman la saliva. No andará ningún cementerio. Dice que un papel salvó a su misma carne y que vivirá todo y que podrá verlo y amparado en un retoño anticipado a su tiempo dice que seguramente llorará. O eso espera.

Las magas de otras tierras le contaron que los vientos de poniente traen un frío húmedo.

Se reblandecen los miedos y los hierros
y el invierno será asaltado
y atravesará
este Madrid
de un ahora que no piensa moverse.


Su voz no le llega más allá de la garganta pero vuelve.
Corre todo lo que le dan los brazos. No descansa.

Ahora mira atrás y adelante con pasmo y no le alcanza cómo
decirlo
tanto
y más que un regreso.

Un círculo abierto.

Mundo inesperado.

lunes, 25 de agosto de 2008

Hay paraísos donde la vida no se perdona, y aun así se celebra.



Donde la caña de azúcar es amarga y se hiende a machete.




Y no te llevo y tú me sonríes y yo miserable más miseria que tú, mi panza llena de langosta tuya, tú el bocadillo el caramelo el lápiz. La suerte.




Y si esperas, saldrá la luna en los palmerales




Y verás orillas que todavía



Y hasta cuándo no sé

cómo
regatearte una esperanza.

domingo, 24 de agosto de 2008



Olvida los océanos inciertos no sirven

corazón pescado podrido boqueando
en la arena y las algas

y la ventura

gana el horizonte más largo

criaturas hostiles y tú
tú caminando
en medio de un mar
no te cubre

olvídalo

que sólo dura un instante
olvídalo que la sal
comienza

a endurecerse dentro

estratos de vida lastrando

eterna

sólida

deshabitada.


lunes, 4 de agosto de 2008



Cuánto nos costó comprender lo que mata el miedo

(la salvación, mírala, salta adelante)

que la vida no se encierra en un puño
que nada nos va a librar de las lágrimas ellas solas
llorándose a sí mismas
pensándose ¡ay dolor!
y felices

y que todo tiene que irse hasta tú
que te empeñas en volver

y tanto que costó

(qué será lo que falte, me pregunto
para que nada termine).